La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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martes, 18 de septiembre de 2007

Poema de Pablo Neruda

Pablo Neruda


Oda a la crítica


Yo escribí cinco versos:
uno verde,
otro era un pan redondo,
el tercero una casa levantándose,
el cuarto era un anillo,
el quinto verso era
corto como un relámpago
y al escribirlo
me dejó en la razón su quemadura.

Y bien, los hombres,
las mujeres,
vinieron y tomaron
la sencilla materia,
brizna, viento, fulgor, barro, madera
y con tan poca cosa
construyeron paredes, pisos, sueños.
En una línea de mi poesía
secaron ropa al viento.
Comieron
mis palabras,
las guardaron
junto a la cabecera,
vivieron con un verso,
con la luz que salió de mi costado.
Entonces
llegó un crítico mudo
y otro lleno de lenguas,
y otros, otros llegaron
ciegos o llenos de ojos,
elegantes algunos
como claveles con zapatos rojos,
otros estrictamente
vestidos de cadáveres,
algunos partidarios
del rey y su elevada monarquía,
otros se habían
enredado en la frente
de Marx y pataleaban en su barba,
otros eran ingleses,
y entre todos
se lanzaron
con dientes y cuchillos,
con diccionarios y otras armas negras,
con citas respetables,
se lanzaron
a disputar mi pobre poesía
a las sencillas gentes
que la amaban:
y la hicieron embudos,
la enrollaron,
la sujetaron con cien alfileres,
la cubrieron con polvo de esqueleto,
la llenaron de tinta,
la escupieron con suave
benignidad de gatos,
la destinaron a envolver relojes,
la protegieron y la condenaron,
le arrimaron petróleo,
le dedicaron húmedos tratados,
la cocieron con leche,
le agregaron pequeñas piedrecitas,
fueron borrándole vocales,
fueron matándole
sílabas y suspiros,
la arrugaron e hicieron
un pequeño paquete
que destinaron cuidadosamente
a sus desvanes, a sus cementerios,
luego
se retiraron uno a uno
enfurecidos hasta la locura
porque no fue bastante
popular para ellos
o impregnados de dulce menosprecio
por mi ordinaria falta de tinieblas
se retiraron
todos
y entonces,
otra vez,
junto a mi poesía
volvieron a vivir
mujeres y hombres,
de nuevo hicieron fuego,
construyeron casas,
comieron pan,
se repartieron la luz
y en el amor unieron
relámpago y anillo.
Y ahora,
perdonadme, señores,
que interrumpa este cuento
que les estoy contando
y me vaya a vivir
para siempre
con la gente sencilla.

7 comentarios:

Chalá perdía dijo...

Las críticas? como no sean salidas de un@ mism@ me parece que no sirven para nada ni tienen sentido para nadie...

UMA dijo...

Le huyo al 'somos' y lo cambio por un 'nos comportamos'.
En el mientras tanto hay tanta riqueza para seguir creciendo, Fer, pero he descubierto que hay que tener en el precioso y justo momento la mente suficientemente abierta para aprender 'algo', lo que sea.
Te dejo un besazo y un gracias por este Neruda que me apasiona.

Anónimo dijo...

La crítica es algo tan subjetivo...yo con MM: la mas honesta suele ser la que proviene de uno mismo.
No había leído a "este Neruda", curioso.
Besos.
PD ¿Pre-bloggellonearemos?

Anónimo dijo...

Por alusiones. La crítica es peligrosa cuando pretende ser un dogma. Como constante crítico, me preocupa diferenciar el valor objetivo. o el mérito (en mi caso, de una película), con el gusto subjetivo, cosas que, en principio, aunque relacionadas, no tienen por qué coincidir.
Un abrazo

ybris dijo...

Sí. Entiendo perfectamente que Neruda prefiriera vivir para siempre con a gente sencilla.
Y es que suelen ser siempre los mejores críticos.

Besos

Fernando dijo...

de todas amneras no es lo mismo los criticos que las criticas...besos y abrazos...Neruda siempre..

Insanity dijo...

Bellísimo...
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