Hay palabras que cruzan los océanos y todavía llegan como flores frescas a la orilla de unos oídos que las esperan como en los muelles a los viejos barcos.
Hay palabras que buscan adentrarse en lo recóndito del corazón humano, saltar las barreras de la imaginación y emitir una música de la cual no podemos ser ajenos, porque traspasa la humedad que traen, esa lluvia que empapa y traslada la fuerza de su silencio.
Hay palabras que nunca se soportan, porque la verdad duele como duele el amor y las ausencias. Tristes pájaros de vuelo raso que marchitan la esperanza en su tintero de hiedra.
Las hay pequeñas, diminutas, hormigas insaciables que se cuelan por la piel y agotan el lado oscuro de un deseo hasta saciarse en el cuerpo lejano pero vivo y palpitante de aquel que sabe dejarse en su boca la miel y el calor más humano.
A veces son epitafios, aduladoras, solemnes, inescrutables, pérdidas, que hablan de dioses y héroes vivos, muertos, eternos...hay tantas como estrellas en lo nocturno de una vigilia.
Las mías son muy pequeñas, muy torpes, ciegas, buscan senderos en los bosques donde nadie las espera o se limitan a llamar a puertas de corazones cerrados como piedras...a veces las tengo que recoger abandonadas y llevarlas a casa, guardarlas en un cajón y dejar que respiren en silencio tanta soledad.
Hay palabras que buscan adentrarse en lo recóndito del corazón humano, saltar las barreras de la imaginación y emitir una música de la cual no podemos ser ajenos, porque traspasa la humedad que traen, esa lluvia que empapa y traslada la fuerza de su silencio.
Hay palabras que nunca se soportan, porque la verdad duele como duele el amor y las ausencias. Tristes pájaros de vuelo raso que marchitan la esperanza en su tintero de hiedra.
Las hay pequeñas, diminutas, hormigas insaciables que se cuelan por la piel y agotan el lado oscuro de un deseo hasta saciarse en el cuerpo lejano pero vivo y palpitante de aquel que sabe dejarse en su boca la miel y el calor más humano.
A veces son epitafios, aduladoras, solemnes, inescrutables, pérdidas, que hablan de dioses y héroes vivos, muertos, eternos...hay tantas como estrellas en lo nocturno de una vigilia.
Las mías son muy pequeñas, muy torpes, ciegas, buscan senderos en los bosques donde nadie las espera o se limitan a llamar a puertas de corazones cerrados como piedras...a veces las tengo que recoger abandonadas y llevarlas a casa, guardarlas en un cajón y dejar que respiren en silencio tanta soledad.
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9 comentarios:
Joer, Fernando, se me va la mirada todo el rato a eso de "los corazones cerrados como piedras". Pero que no están permanentemente cerrados, depende del tiempo y de la capacidad de espera.
Un beso y gracias por estar ahí
Hay tantas palabras en los recodos del camino, que nunca alcanzaremos a disfrutarlas. Abrazos.
Hay palabras que no soportan el peso de un por qué.
Un abrazo.
Quizás tus palabras en soledad se vistan de caricias, de sentimiento, de dolor, de lejanía o simplemento de hálito de vida, pero eso les permite seguir caminando por los senderos de la vida.
Un abrazo amigo.
Las palabras siempre llegan es sólo que el estado de ánimo no siempre corresponde con el del lector pero uno regresa a ellas cuando las necesita y te lo agradecemos profundamente por siempre estar ahí. Ahora que no podemos negar que no todos los escritores le llegan a todas las personas pero esa es la razón para la existencia de diversos estilos.
En fin, si algunas iban dirigidas a alguien en especial y no las apreció nunca serán abandonadas porque siempre habrá quien las lleve a casa.
Un abrazo
Alba
Las tuyas cruzaron el mar mas largo y llegaron a mi..............
Mi querido Fer..pasate por mi blog Simple...te tengo algo alla...
cuidate mucho un besote!!
Quizá también haya palabras sin la suficiente fuerza o convicción para llegar a traspasar corazones cerrados como piedras...
Tal vez cuando acabe este otoño...
Suerte con tus palabras.
Ánimo y un fuerte abrazo.
Hay palabras que tienen la alquimia de trasmutar corazones de piedra en corazones de algodón
Un abrazo
Fernando, da gusto ver en qué se transforman después de respirar el silencio.
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