La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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domingo, 1 de febrero de 2009

OSWIECIM





Su mirada era de un profundo gris y parecía tan antigua como el mundo. Su piel, de un blanco espectral, y sus cabellos, tan rubios que parecían de plata, le conferían un aspecto de ángel de la muerte. De estar a los pies de mi cama y no dentro de ella junto a mí, hubiera pensado que era un mensajero del averno enviado para pedirme cuentas. En sus ojos todavía se leía el miedo, la temerosa sumisión a quien sabe que controla su destino. Su cuerpo seguía gélido, a pesar del fuego de la chimenea y de llevar varias horas bajo las mantas. Me parecía haberle hecho el amor a un bloque de hielo. No se atrevió a hablarme ni cambió siquiera el gesto cuando me levanté, quieta en la cama, callada, esperando quizá la muerte inevitable, quizá mi permiso para volver corriendo al campo, cabizbaja, herida, sucia, encorvada, con la memoria perdida en la nieve, pero viva un día más.
Cuando años después corrió la soga y la tierra desapareció bajo mis pies, creí ver entre los testigos de mi muerte, como un último destello, aquella mirada profunda y gris tan antigua como el mundo, tan inexpresiva como entonces, igual de muerta que yo. La que vi aquella mañana en Oswiecim. O como la llamábamos nosotros: Auschwitz.



Alfredo Moreno



F



8 comentarios:

Doberka dijo...

Muy bueno el micro relato y muy duro en su contenido Alfredo. Lástima que para el protagonista del relato no corriera esa soga antes y no después de...En fin, ya me he dejado llevar. Muy bueno, repito.

Besos

My dijo...

sólo podía ser gris.
la foto.
cada verso.
el sabor al final.

un abrazo.

mamensomar dijo...

Estremece saber que una vez encontraste los mismos ojos que te daran el último vistazo. La justicia tiene nombre de mujer, quien sino la muerte.
Esplendido relato breve.
Un beso con giro final.
Mamen

irene dijo...

Terrible Alfredo, crudo y terrible, pero es parte de la vida, o de la muerte, y hay que acepatarlo, sin pensar demasiado en ello, ¿o sí?
Un abrazo.

ybris dijo...

Ojalá tuviéramos escritos los últimos pensamientos de todos los verdugos.
Quizás dirían cosas tan profundas como las de este espléndido relato.

Abrazos.

Borrasca dijo...

ESTREMECEDOR!!!!!
Me encantó y ojalá sigan llegando estos buenos aportes a tu blog.

Besos borrascosos

Raúl G.R dijo...

Aquellos ojos seguían reflejando todo el dolor sufrido a pesar de verle colgado. Y continuarán haciéndolo por el resto de su vida. Buen relato Alfredo.

MIZPAH dijo...

Ahora estoy leyendo unas palabras de Tatiana Rosnay que describe esa misma mirada profunda y gris desde Vel' d'Hiv.
Buen texto, Alfredo.

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