La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

Contribuyentes

domingo, 27 de febrero de 2011

Tanto andar en los infiernos y sigo siendo carne






Tanto andar en los infiernos y sigo siendo carne,
ni Dante tuvo este innombrable retorno.
Me encuentro en las huellas que habité,
en los resquicios de hurgar adentro,
en la luz invisible donde me ahogo,
en las noches sin lumbre respirando en la boca del lobo.
Vuelvo a beber y exprimo un limón en mi boca,
el ácido despeja las entrañas y deshace los nidos de nostalgia.
Hay lágrimas y viento en mi mirada,
un colirio benéfico para sentirme vivo.
Mis manos saben de sostener la incertidumbre
o de ahogar en su puño el pálpito de un pájaro.
Cada cierto tiempo se agrupan los astros para mí,
silenciosos dibujan sus mapas,
bitácoras de viajes, difusas islas interiores,
ardientes desiertos donde solo existe la sed,
playas solitarias y selvas vírgenes
con unas pocas aves y pequeños monos aulladores.
En esa noche Beatriz se deshilacha en el fuego,
sus labios no saben pronunciar una verdad,
solo escribe temblorosa con tiza roja
las palabras que ya nunca volverán a nosotros,
en mi piel deja sus cicatrices
y me pronuncio al amanecer
como si los años cayeran de golpe y fuera ya un anciano.








F


Semana dedicada a Gsús Bonilla en Crepusculario



sábado, 26 de febrero de 2011

Metido en la bañera y fumando






Metido en la bañera y fumando
mientras escucho lejanas las notas de jazz
tras las que Miles Davis me empuja hacia el cadalso,
todavía en el mediodía de septiembre,
hay una pausada voz que me habla de ti.
Quisiera tenerte aquí cuando salga del agua
y que tus manos pequeñas me frotaran la espalda
como entonces hacías
a la vez que enumerabas y disertabas
del peligroso tamaño de las verrugas que poseo.
Hay diminutas cosas en la vida
que tienen suficiente peso específico
y que ni Miles ni yo,
por mucho empeño que sigamos poniendo,
nunca podremos cambiar.








viernes, 25 de febrero de 2011

jueves, 24 de febrero de 2011

Recital en El Albéniz mañana viernes




Mañana viernes a las 21.30 recital del ciclo Recitales en El Albéniz con poetas aragonesas que aparecen en el libro Yin organizado por la A.A.E. y la colaboración de Editorial Olifante en el Pub Albéniz en c/ Cadena nº 5-7 de Zaragoza....presentará el acto Francisco J. Picón.


POETAS:

Paula M. Gallardo

Luisa Miñana

Goya Gutiérrez

Reyes Guillén

Charo de la Varga

Marta Navarro

Amalia Soro



miércoles, 23 de febrero de 2011

II Premio de poesía Eclipsados








II Premio de poesía Eclipsados



BASES



1. El objeto de la presente convocatoria es premiar una obra de creación literaria en castellano, en el género de la poesía, de un autor novel (sea cual sea la edad del mismo).


2. Podrán concurrir al premio Eclipsados todas aquellas obras que reúnan las siguientes condiciones:
A. Ser originales e inéditas y estar escritas en castellano.
B. Tener una extensión mínima de 300 versos.
C. El tema de las obras será libre, al igual que la métrica y forma de composición.
D. El autor no debe tener publicado ningún poemario hasta la fecha tanto de forma impresa como electrónica.


3. El premio consistirá en la edición del poemario galardonado en la colección de “poesía” de la Editorial Eclipsados. El autor recibirá 40 ejemplares en concepto de derechos de autor de la primera edición.


4. Los originales se presentarán:
—Una copia grapada, cosida o encuadernada bajo lema y seudónimo, y acompañada de plica, en la que se hará constar el nombre, apellidos, domicilio, teléfono, firma del autor y fotocopia del D.N.I.
—Una copia en CD u otro soporte en formato WORD (Doc) o pdf. Es obligatorio el envío de las copias en las dos modalidades.
- Se dirigirán a la Editorial Eclipsados con dirección c./ Violante de Hungría 6, 6ºA 50009 Zaragoza, haciendo constar en un lugar visible del sobre “II Premio Eclipsados de poesía”.


5. El plazo de presentación de originales finalizará el día 15 de abril de 2011.

6. Las obras presentadas al premio Eclipsados de poesía serán examinadas por un Jurado constituido al efecto por personas de reconocido prestigio en la materia objeto del premio. La composición del Jurado se publicará en el blog de la editorial tras el fallo: http://www.cazadoresdeeclipses.blogspot.com/
La propuesta será decidida por el Jurado por mayoría de votos de sus miembros, pudiendo realizarse ex aequo y declararse desierta. Las decisiones del Jurado serán inapelables.


7. El fallo del premio se hará público a lo largo de la primera semana de junio, durante la Feria del Libro de Zaragoza, en día y hora que se hará público convenientemente.


8. Las obras no premiadas no podrán ser retiradas y se procederá a su destrucción tras el fallo del jurado.


9. La presentación de originales supone la aceptación expresa y formal de estas bases. Todas las incidencias no previstas en estas bases serán resueltas, de forma inapelable, por el Jurado.





lunes, 21 de febrero de 2011

Sin parar






Sin parar, en la mañana,
esta afrenta de luz o de calvario
donde el aire ramonea sílabas,
escancia las perlas de la noche,
teje con hilos de araña
el Carpe Diem del mediodía
y expande el aroma a landa
y el dulce despertar en la boca
de una copa de oscuro oporto.
Así, irreversible, detrás de la lluvia,
después de tus labios, de tu ansia,
deshecha la crucifixión de la penumbra,
ni el mar en su ardentía de invierno
guareció los albores frescos,
el deshacer de la nieve
entre las flores de los almendros
y el eco del tambor en los lejanos montes.



viernes, 18 de febrero de 2011

Recuerdo el valor de lo involuntario









Recuerdo el valor de lo involuntario,
el gesto en abandono de una mano, unos labios,
el beso como un fanal de luz en plena noche.
Solo lo impredecible esgrimido como arma,
la caricia de unos dedos dejando un surco en una piel tranquila,
un escalofrío que quema dentro y eriza los cabellos;
el sabor a limón de la ginebra de una boca a otra;
la fiel pelusa en el ombligo
con el aroma todavía de otro cuerpo;
el sonido a musgo de unos pies descalzos golpeando la tarima;
el brillo húmedo de una espalda saliendo de la ducha;
la mirada dentro de sus ojos,
violando por un instante fugaz su intimidad,
sintiendo el pequeño regocijo de saberte dueño de ese tiempo,
pequeño y habitado de preguntas en el mundo del que vive a tu lado.






F



jueves, 17 de febrero de 2011

El día 19 nuevo recital de poesía para perdidos






El día 19 de febrero, como siempre a las 22h00, Poesía para perdidos organizado por la A.A.E. en La Campana de los perdidos en c/ Prudencio nº 7 Zaragoza.



Poetas:






Antón Castro (Santa Mariña de Lañas, Arteixo-A Coruña, 1959) es periodista y escritor. En 2010 publicó su primer poemario: 'Vivir del aire' (Olifante. Papeles de Trasmoz) y en 2011 publica 'El paseo en bicicleta' (Olifante), un poemario donde alterna el verso y la prosa con un tema de fondo: el viaje en bicicleta, la pasión por la bicicleta y un puñado de historias vinculadas al ciclismo, a la velocidad, a la literatura y a la música. El primero es de 'vivir del aire', los otros dos son de 'El paseo en bicicleta'.





POEMAS :






LOS DOS QUE DUERMEN





No sé si me gusta más levantarme a tu lado al alba
o dormir abrazado a ti. Sentir cómo lates,
cómo te arrugas sobre ti misma
como quien busca el acoplamiento perfecto de las almas.
Percibo entonces, antes de que se desaten las tentaciones,
el calor de tu espalda y tus nalgas, el torrente
de la melena y su olor a melocotón o a mora.
Te lo digo a menudo: eres atrabiliaria con el champú.
Quedo un instante así, inmóvil como un barco que siente,
tembloroso como la luz de la sinrazón,
me quedo como si fuera un pájaro abatido
que parpadea y sueña el mejor de todos los vuelos.
A veces te duermes. Y ronroneas. Y musitas palabras
intraducibles, frases completas que me cuentas como
si estuvieras presa en la alucinación del olvido.
Estoy feliz así. En ese instante, cuando el mundo
se desmaya, le pido a la carne que no se altere,
que apacigue sus ardores, que no enturbie la noche
de gemidos y de risas y de batallas de sudor,
y me digo a mí mismo que, algunas veces, el mejor sonido
es el del silencio, el de la respiración de dos que se aman
y escuchan la música del corazón sin saber si despertarán.



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TORRE DEL ABEJAR





A Eduardo Laborda.





Mi padre siempre ha sido una criatura irreductible.
Aparecía y desaparecía como el viento y la lluvia.
Era como si tuviera una segunda vida, o una tercera,
era como si estuviese incomodado consigo mismo
y con todo el mundo. Vivía de arrebato en arrebato:
de maldición en maldición, de fuga en fuga,
de rutinas casi insondables, de silencios, de gritos.
Mi madre, ante nuestra perplejidad, solía decir:
“Antes no era así. Era un hombre normal, suave,
que se contentaba con su suerte y con sus paisajes.
La guerra lo cambió: le destrozó el ánimo y la templanza,
y le volcó un arsenal de pesadillas y tigres en el sueño”.
Así lo dijo: tigres en el sueño. Mi madre, cuando quería,
era un completo misterio: leía, se apasionaba con el arte
y buscaba la belleza en las pequeñas cosas de cada día.
Nos regalaba cuadernos y lápices, nos hablaba del Quijote,
de la luz invisible de Velázquez y del cine de su niñez.
Y era capaz de definir así el estado inestable de su marido.
Ambos procedían de Trasobares: allí habían sido labradores.
Mi padre no dominaba los oficios de la huerta;
en cambio conocía todos los secretos de la fruta.
Yo lo veía injertar con mimo y creía que hacía magia.
Le gustaban los albaricoques, las pavías y los melocotones,
tenía diversas clases de uvas, de higos y de brevas,
y trampeaba entre los surcos con los tomates y los melones.
Nos habían dejado una torre familiar: Torre del Abejar,
y ese era el refugio de mi padre. Cuando llegaba marzo,
se encolerizaba, discutía con todos y se volvía insoportable:
era su forma de anunciar que iba a marcharse a las tierras.
Entonces solo lo veíamos de vez en cuando. Ni nos echaba
en falta ni nosotros teníamos ganas de aguantar su genio.
En noviembre, cuando regresaban el cierzo y el frío
reaparecía como un fantasma, desharrapado y débil.
Si quería, tenía un poderoso instinto de supervivencia.
Durante esos casi seis meses, o más, iba a verlo a la torre.
Era un espacio inquietante y tal vez inconmensurable.
La casa imponía pavor. Como las eras y los cobertizos.
Cerca de allí, años atrás, se había cometido un crimen.
Cerca de allí pasaban los canales de riego y las cascadas.
Mi padre iba y venía a su antojo con la libertad del solitario
que espera el milagro constante de las noches y los días:
brisas, resplandores, cielos encapotados, plenilunios de verano.
Casi a diario, a partir de mayo, llevaba la fruta
al Mercado Central de Zaragoza: colocaba su remolque
en la bicicleta y lo llenaba de fruta. Siempre hacía lo mismo:
lo colmaba con lentitud, colocando las piezas en canastos.
Me conmovía su obstinación de agricultor en paz.
Me miraba y decía: “La fruta no soporta bien el traqueteo”.
Me hacía gracia. Yo lo observaba como a un extraño.
O a un poseído. Me gustaba verlo pedalear por los caminos,
entre los maizales, entre los árboles, levantando polvo,
un polvo pegajoso y dorado que le manchaba las sienes.
Era como si solo allí, en la Torre del Abejar, fuera
auténticamente afable: el padre que había soñado para mí.
Un día me llevó al mercado en su remolque. Tendría seis años.
Era su pasajero, su colaborador, el hijo inesperado.
Insistía: “Recuerda que la fruta no soporta bien el traqueteo”.

Hace años que murió. A menudo pienso en él
y recuerdo lo que siempre nos contaba mi madre:
“La guerra lo cambió: acabó con sus sueños felices”.
Ella lo recibía en casa, en las dos o tres casas que hemos
tenido, con infinita compasión. No le preguntaba nada.
No podía, ni quería, acceder al fondo de sus tinieblas.
No quería excitar el tigre sonámbulo de su dolor antiguo.
A menudo pienso en mi padre y recuerdo aquel viaje,
de ida y vuelta, en bicicleta al Mercado Central.
A veces se giraba para verme. “Agárrate fuerte”, decía.
En aquella mirada me pareció adivinar ternura y miedo,
y creí entender algo de su extraña forma de vida.



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VIDA, MÚSICA Y MUERTE DE NICO







A Juanjo Blasco Panamá.






Todo en ti, hermosa Christa, fue un constante enigma,
un subterfugio del dolor, de la luz y de la sombra.
Casi nadie sabe con certeza dónde naciste.
¿Fue en Colonia o en Budapest? ¿Fue en 1938 o en 1943?
Qué importa. La vida pronto te mostró sus escalofríos:
tu padre, el hombre que te contaba historias del tren
que cruzaba el bosque rumoroso de los cuentos de hadas,
falleció en un campo de exterminio. Ya vivías en Berlín.
En un viaje a Ibiza, años después, uno de tus amantes
decidió cambiarte el nombre: para él, y para todos,
serías siempre Nico. Nico, en homenaje a un fotógrafo:
el apasionado amor que tu amante había perdido.
Ya serías para siempre la bella Nico. La maldita.
La moderna que hacía pensar en Twiggy, en Jane Birkin
o incluso en Marianne Faithfull, mujeres de ardor
y arrojo que desordenan la furia del deseo.
Pronto te convertiste en una musa, como Edie Sedgwick.
Cantabas con una fría y metálica voz, acaso andrógina,
desfilabas como nadie con una elegancia antigua,
paseabas con misterio y asombro en La Dolce Vita
de Federico Fellini. En tu derredor se multiplicaban
las leyendas: le habías arrebatado el marido a Anouk Aimée,
habías vuelto loco a John Cale, a Gainsbourg y a Andy Warhol,
y tu corazón se inflamaba de todas las drogas de la tierra.
A solas, cuando te abrazabas a tu querido armónium,
leías a Hölderlin, a Baudelaire, a Blake y a Coleridge:
tu música era como un canto medieval sacrílego
y tu alma se vaciaba en soledad y desamparo a cada hora
con aquellos versos tan tristes como tus venas.
Vivías en el arte, en la música, en el teatro, en la pasión.
En Nueva York tomaste clases con Lee Strasberg
y hechizaste a Bob Dylan, a Lou Reed y a tantos otros
que escribieron para ti, como los chicos de la Velvet.
Cada uno de tus discos era más inquietante y sombrío:
te empeñabas en seguir todos los caminos de la derrota.
Las notas se encadenaban con un sarpullido de oscuridad.
Jugabas a ser una diosa imposible, una sacerdotisa lejana,
y a la vez, junto a Philippe Garrel, una poseída: dicen
que tomabais imágenes desde la cubierta de la Ópera Garnier.
Decían que capturabais los lamentos de la luna sobre París.
Luego, te marchaste a Ibiza, con tu hijo y casi en secreto.
Dijiste que Christian Aaron era hijo de Alain Delon
y de un pasado amor que dejó cicatrices en la sangre.
Tu último disco, ‘Camera Obscura’, tenía algo de responso
y de canto mortuorio de quien se despide del mundo.
¿Habías querido anticipar tu epitafio de exiliada en la tierra?
Y a la vez, con su perfecta tristeza, era una obra maestra.
Un día, mientras paseabas por la ciudad en bicicleta,
ocurrió aquello: se te paró el corazón y te desplomaste.
Tu cabeza se golpeó terriblemente contra el suelo.
Alguien te llevó al hospital: no acertaron con el diagnóstico,
ni era insolación ni el rescoldo de una noche de excesos.
Y al día siguiente fallecías de un derrame cerebral,
tú, Christa Päffgen, inolvidable Nico que jamás
quisiste renunciar a las sucesivas formas del luto.

Recuerdo cuando llegó la noticia a mi periódico,
El día de Aragón. Fue hacia las seis de la tarde.
El redactor musical dijo: “Nico, el animal más bello de la música,
el ángel terrible, la mujer fatal y provocadora, ha cantado
su última melodía”. Cogió el retrato tuyo que mandó
la agencia y lo rompió en dos mitades. Así saliste:
con el rostro y los ojos partidos, y el cabello muy rubio.
“Una caída de bicicleta pone fin al enigma de Nico”,
decía el titular. En letras más pequeñas se añadía:
“La cantante, modelo y actriz alemana murió en Ibiza
donde se había recluido con sus fantasmas”.






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Olga Bernad






Olga Bernad es licenciada en Filología Hispánica en la especialidad de literatura por la Universidad de Zaragoza. Ha publicado el poemario Caricias perplejas (Fundación Ecoem, Colección de poesía Siltolá, 2009), la novela Andábata (Paréntesis Editorial, Colección Umbral, 2010) y la plaquette Cuadernos de la Cigale, nº 2, editada por Juan Vico y Álex Chico en 2009. Ha sido incluida en la antología YIN. Poetas aragonesas 1960-2010, seleccionada por Ángel Guinda para Olifante Ediciones, y en la antología de poetas contemporáneos Poesía para niños de 4 a 120 años (Ediciones de la Isla de Siltolá, 2010). También ha participado en el libro de relatos Suegras. Retratos sobre el gran enemigo, editorial Nuevos Rumbos, 2010.
Su segundo poemario Nostalgia armada, acaba de aparecer en la nueva colección Vela de Gavia de Ediciones de la Isla de Siltolá.Algunos de sus relatos y poemas han sido publicados en diversas revistas literarias, como Rolde de estudios aragoneses e Isla de Siltolá (de cuyo consejo de edición forma parte). Colabora en la Revista de Letras del periódico Heraldo de Aragón escribiendo reseñas literarias sobre novedades editoriales. Textos suyos han aparecido también en varias publicaciones digitales, entre ellas la Revista de Humanidades Kafka o la página web de DVD Ediciones. En la red, mantiene los blogs
Caricias perplejas, donde publica versos y prosas propios y Los otros, dedicado a textos ajenos.






Poemas:




KING GEORGE

No quería decirte cualquier cosa
ni de cualquier manera.
Quería disparar sobre tu frente
para lavar de golpe mi memoria
con un simple y sencillo asesinato.
Ahora muerdo
el polvo de la pólvora quemada
pegado al paladar y a mi saliva.
Yo no te maté apenas, sin embargo
tu frente se ha tragado mis preguntas.
Toda la noche estuve dando vueltas
al rastro de los besos que inventaba
con inquieta nostalgia de novicia
-esa brutal nostalgia de todo lo no sido-
y recuerdo
que al despertar tenía ya en la boca
cobrado mi salario:
el sinsabor exacto de tu nada.




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BELCHITE 2002






¿Recuerdas aquel día?
La última visita al pueblo viejo.
Allí danzaban todos los fantasmas
que no pudimos ver, y lo visible
estaba lleno de huesudas manos
que agarraban con fuerza nuestros rostros.
Mirábamos la iglesia, el esqueleto
de un ángel que murió cuando existían.
Con mimbres de noviembre se ha tejido
el pueblo muerto.
Con deseo y con rabia,
con odio minucioso y laberíntico
se edificó esta destrucción paciente
que ahora respira así junto a mi boca.
Todo es cierto y es nuestro y, sin embargo,
no estuvimos allí; sobrevivimos
en la supervivencia de otros hombres.


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Música:







Deep in Blues







miércoles, 16 de febrero de 2011

Presentación de libros de poesía


Mañana día 17, jueves, en el ámbito cultural de El Corte Inglés de Zaragoza a las 19.30 h se presenta el libro de poemas Alambique de vestigios de Francisco J. Picón con mí intervención como presentador del libro y por supuesto del propio autor.
En el mismo acto se presenta el poemario El sexo: de boca en boca de la poeta mallorquina Mayte Albores, presentando el libro Miguel Ángel Yusta.
Os esperamos.


Este jueves poesía en la Universidad



El próximo jueves 17 de febrero a las 19:30 horas en el Aula Magna del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza, tendrá lugar el encuentro correspondiente al mes de febrero del ciclo “Este jueves, poesía”. En esta ocasión los poetas invitados serán Antonio Méndez Rubio y Juan Carlos Mestre con la moderación del poeta y profesor de la Universidad de Zaragoza Alfredo Saldaña. Estos encuentros están coordinados por Ignacio Escuín Borao y patrocinados por el Vicerrectorado de Proyección Social y Cultural de la Universidad de Zaragoza. Al término de la sesión, a las 22:30, tendrá lugar la ya habitual velada poética en el Candy Warhol (C/ Bolonia 28).


Ha venido la lluvia






Ha venido la lluvia.
Mis pies húmedos recuerdan al invierno.








F


lunes, 14 de febrero de 2011

Un poema mío recitado por Beatriz Salas




Un poema al que le ha dado voz Beatriz


Muchas gracias



domingo, 13 de febrero de 2011

La llama tenía el color anaranjado del esfuerzo











La llama tenía el color anaranjado del esfuerzo.
Una mano se aferraba a un vaso de ginebra,
la otra se cerraba aprisionando unas pequeñas bragas negras,
mientras él, buscaba apresar con su boca
todo el silencio que había entre los dos,
entregado a conciencia con su lengua
a descifrar los posibles jeroglíficos de sus ingles,
cuando sus piernas,
sostenidas por unos zapatos rojos con tacones de aguja,
se abrieron para sus labios como dos columnas jónicas.













F








Semana de Eva Vaz en Crepusculario






viernes, 11 de febrero de 2011

martes, 8 de febrero de 2011

Escuché en la noche






Escuché en la noche, sonaba como un eco
el pretérito imperfecto de la ausencia.
La penumbra me llevó por sus veredas
y fui un hombre ciego
que a tientas llegó a una muralla.
Escribí en rojo las palabras que me nombran,
todas mantenían en mi sueño mi cuerpo estremecido.
Desierto, muelle, océano, puente, mármol...
surgió la palabra rosa y me envolvió su aroma,
mi mano escribió un nombre,
sentí cada sílaba como un lamento abierto
y sin embargo unos labios se posaron en los míos,
en mi oído dejaron la palabra relámpago
y desperté, solo, en mitad de la lluvia.








Podría ser un homenaje a Gonzalo Rojas


Verdi - La Traviata, part 8 [2005].



domingo, 6 de febrero de 2011

Tú eres Cartago






Tú eres Cartago
encerrada en mi mente de africano,
unas columnas de mármol,
las teselas de un suelo que recuerdan a la cazadora Diana,
un difuminado cielo
donde el azul sabe tanto del cercano mar como del lejano océano.
Tú eres Cartago,
un sueño sin rostro ni matices,
lo que voy a perder por conquistarlo,
la suerte siempre esquiva de un soñador romano.





Semana de José Luis Piquero en Crepusculario







sábado, 5 de febrero de 2011

Cuando llueve y es otoño





Ella te dejará en su mente
Si las palabras que tú dices son correctas
Si tú pagas el precio…


Jardín secreto


B.S

Cuando llueve y es otoño
los taxis son en la noche los últimos trenes a la felicidad.
Tu mano se aferra a la mía, casi me duele de tu ansiedad.
Mientras te miro y veo tus ojos luminosos
suena Bruce en el CD del taxista,
que a lo mejor por instinto
busca la desnudez de tus muslos
a través del retrovisor.
She´ll let you in her mind
If the words you say are right
If you pay the price.




Poemas Making Off : Poemas que al final no han entrado en el poemario




F



Verdi.La Traviata.Pura Siccome un Angelo.Hampson.Netrebko.05



miércoles, 2 de febrero de 2011

Me escribía...






Me escribía cada tres o cuatro días. Sus cartas venían en aquellos sobres ribeteados de rojo y azul que ponía Air Mail y con sellos con la figura de La liberté de la República Francesa.
Me contaba de la vida en París en un frío invierno, los amigos comunes que veía los fines de semana, sus padres, las clases que daba en La Sorbona y sobre todo lo que me echaba de menos.
Me preguntaba por todo lo que me rodeaba en la ciudad y me guardaba casi para el final sus pequeños reproches de que le escribía poco y que no le decía nada de cuándo iba a volver.
Siempre acababa con un ¿me quieres?, yo sigo amándote y colocando en el sobre alguna foto de ella o de París.
No sé que fue de aquellas cartas, las iba metiendo en una cajita de madera que ella me había regalado decorada con un símbolo espiritual.
Al recordar aquellos momentos no puedo dejar de sentir esa punzada amable que siempre trae la nostalgia.








F


martes, 1 de febrero de 2011

Tuve en la memoria la caricia de un hombre glosando una tormenta






Tuve en la memoria la caricia de un hombre glosando una tormenta.
La hierba crecía entre los surcos del invierno,
los bueyes, como buenos ancestros
traían el laudo del tiempo y la demora.
Había hundido mis manos en la tierra,
un devoto ahínco para entregar mi ardor,
la piedra de silex que me quemaba en el regocijo del mediodía,
sin saberlo, el hilo de Ariadna,
perdido entre mis ingles, cruzaba la espesura.
Había demasiadas cosas en el abandono,
un grueso libro de notas y silencios hambrientos de su vientre.
Sentí los primeros almendros temerosos
tornando sus flores en avisos,
diminutas y hermosas traían hasta mi su escalofrío.
Un tambor tras otro sonaba en los vergeles del anochecer,
una huida de nubes moradas transitaba hacia el oeste,
el viento, ululaba en su corona con los viejos cristales de la espera,
la luz permeable a la lluvia entraba despacio, de puntillas,
mientras ella, imperturbable,
caía en mi regazo nombrándose mi estrella.









F


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