La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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viernes, 31 de marzo de 2017

En tu espalda se derrama la savia de la vida






En tu espalda se derrama la savia de la vida,
el palpito perdido de los astros,
la luz de un relámpago,
el sueño perfecto de un ciego.
Alcanzarla cuesta desde abajo,
deben abandonar mis manos tus muslos,
el desnudo realce de tus glúteos,
la suavidad de la piel,
para llegar a ella.
No deja de ser una nueva prueba,
perderse en la selva cercana de tu sexo
o en este rincón
donde el mundo se deja oír en un gemido intenso,
son la tentación primaria que me absorbe,
pero he de llegar a resucitarte entre tus vértebras,
a sentir la música que nace
al pasar las yemas de mis dedos,
una por una, para llegar hasta tu nuca,
tu cuello, tu pelo,
y sentirte entregada,
deshecha entre mis dedos,
dispuesta a morir en mi boca,
entre mis labios y la humedad de mi lengua,
con un ronroneo
que en nada tiene que envidiar
al goce de los gatos.




f.





jueves, 30 de marzo de 2017

El deseo es un látigo









El deseo es un látigo que azota la carne
hasta que ardes en medio de un sordo chasquido.




f.






Escribid en el agua con letras de bronce








Escribid en el agua con letras de bronce...así es este domingo donde resuena la lejanía con golpes de llamada en el bronce de las campanas y con trazos penitentes en los tambores mientras cae imperceptible una lluvia que empapa.
No seré yo el que abra el fuego, demasiados bárbaros nocturnos han dejado sus bolsas, sus vasos de plástico y sus botellas rotas en la avenida, restos de la noche, salvas al aire en las horas en que uno se abandona a la intemperie y recita el abracadabra de los misterios del cuerpo y busca, por qué no? los del alma, un pájaro insaciable que nunca veremos pero que nombran mucho cuando creen que puede volar...domingo por la mañana y la soledad tiene el color del silencio..."sayonara baby".



f.




Hay demasiada lluvia cayendo dentro








Hay demasiada lluvia cayendo dentro.
Es una mancha de humedad que desnuda todo.
Hay demasiada lluvia y yo guardo silencio
mientras percibo como crece sin remedio sobre mi corazón cansado.


f.




Eso siempre se sabe








Eso siempre se sabe:
aunque la noche fuera de interiores y pasillos,
y tuvieras tanta humedad entre tus piernas
que pudiste saciar su sed y la tuya
e incluso creíste en ese instante impreciso de tormenta,
mientras morías en sus brazos, que era amor.
Eso siempre se sabe al amanecer,
cuando lo miras y ves a otro,
al que no quisiste ver
tomando los gintonics y sonando alta la música,
cuando te arrastró el calor del local,
su perfume de hombre,
el roce de su mano,
su primer beso,
sentir su lengua con sabor a tabaco
dentro de tu boca
y los aromas de ginebra
que te derrumbaron todos los muros y caíste con él
como podías haber sido con su amigo
...es así...lo sabes...tenías la certeza de que iba a ser así...
porque siempre sabes esas cosas,
y tu sonrisa de fatalidad y tristeza te acompaña
cuando cierras la puerta de una casa extraña en la madrugada,
con la ropa sucia de la noche nuevamente puesta,
y lo abandonas todavía en su cama,
ahora que es solo un desconocido
mientras tu cuerpo se va dejando atrás las caricias,
y borras sus manos, su sexo, su impericia bruta...
intentas borrar todo de tu memoria,
porque que ya no tiene ningún valor nombrarlo.




f.




miércoles, 29 de marzo de 2017

Te dejo en cada vértebra








Te dejo en cada vértebra
un húmedo enigma
para que vayas,
poco a poco,
descubriendo el valor de mi boca.




f.







Escucho el sonido inequívoco de la lluvia





Escucho el sonido inequívoco de la lluvia.
Siento como crece la umbría en la tarde gris y opaca.
Silente se despierta abril por los rincones,
vuelve como un desheredado,
con su viejo violín y la incertidumbre del fuego.



f.




No era solo una canción








No era solo una canción
cuando la tarde se iba diluyendo en la sombra
y Ben Webster dejaba que el saxofón fuera la voz de un ángel,
pereciendo en el agua,
al borde mismo de las olas y la incipiente noche.
Tú eras de luz y arena
y me quemabas
o te metías en mi piel como una herida,
encendiendo de preguntas el malecón
o acallando los últimos pájaros del bosque
mientras dirimías con tus labios una batalla en mi pecho.
Escuchabas mi corazón y sentías como respiraba tu perfume
cerrando los ojos y sonriendo.
Crecía el frío o solo era la labor de la noche,
lumbre de un faro y barcos que navegan
cuando el horizonte es otra orilla de signos y estrofas
que desconocíamos aunque tuviéramos destino en ella.
Venías tarde y te ibas enramando en mi cuerpo
haciendo sándwiches de jamón y queso
y bebiéndote el vino de reserva que guardaba en la bodega,
pero no importaba, te iluminabas como una tea
tras el juego de buscarnos entre los cojines.
Lo que otros sabían de nosotros nos daba igual,
se iba el día, se acababa Ben y ponías sin remedio a Miles,
para que tu cuerpo se moviera al ritmo impenitente de su trompeta.
Morir podría ser un viaje largo, una distancia entre los dos,
pero esas noches no tenían más que el afán de la sangre
y la concupiscencia de dos cuerpos que se reconocían en la oscuridad.



f.






martes, 28 de marzo de 2017

Hoy ha venido un pájaro con la luz y el silencio










Hoy ha venido un pájaro con la luz y el silencio.
Ha encendido la lumbre
y tras posarse ha dejado sus ocultas verdades.
Yo solo he abierto la ventana,
he mirado al cielo y he dejado pasar al invierno.




f.





Se abre la ventana del amanecer







Se abre la ventana del amanecer
y lejos, en su distancia,
la noche se aleja
devolviendo lentamente
a cada uno su identidad.
En ese instante la sombra,
tu sombra, se recoge,
vuelve a ti y te murmura
con su lenguaje de misterio,
las cosas que ha vivido alejada de ti.




f.






Arden en el fuego los sarmientos








Arden en el fuego los sarmientos.
Dan esa luz incontenible.
La brasa que huele a un tiempo pasado.

La humanidad se ha ido,
aquí nos dejó solo los viejos sueños,
los inservibles aperos, el abandono y los muertos.



f.




Me renuevo en la arboleda de los álamos








Me renuevo en la arboleda de los álamos
y rebroto a golpe de tormenta y de relámpago.
Crezco más despacio que ellos,
apenas mis círculos guardan consonancia
con la sed o con la lluvia...
Soy demasiado humano
para este instante de mi vida
llena de bárbaros y fuego.




f.




He escrito la letra de un réquiem








Y la última vez que la vi a ella
estaba viviendo con un chico
que le da a su alma una habitación vacía
y a su cuerpo alegría.

L.Cohen



He escrito la letra de un réquiem
sin nombrar a dios ni a ciertas plañideras.
Asumo que mi vida es un error.
La tuya tiene los mismos signos de decadencia
y, sin embargo, sabes bien que vale la pena
estar prendido a ella, gozarla al máximo,
ser peón de todos sus instantes.
Traigo recortes de periódico de cuando era alguien importante,
¿sabes?, amarillean ya las fotografías
y en ellas, me parece raro pero escasea tu figura.
Te veo cercana aunque, a la vez, muy lejos de mí.
Te escapas de mis manos ante una mirada inquisitiva
y evitas que ni siquiera rocen mis labios tu piel.
Es cierto que la cama es demasiado pequeña,
el cuarto no es la suite que esperabas,
aunque se vea el mar como te gusta
y puedas escuchar las olas en mitad de la noche.
Es verdad que el hotel ha perdido alguna estrella con el tiempo,
pero es el mismo sitio que siempre me nombras.
Tal vez ni tú ni yo sepamos bien quienes somos ahora.





f.




lunes, 27 de marzo de 2017

No sabremos deshacernos de este poso







No sabremos deshacernos de este poso,
la linde que separa nuestros cuerpos,
como vulgares muros de piedra desgastada,
peirones donde se marcan los pasos que no daremos...
Nunca vamos a ser del otro,
solo nos unirá una mirada oscura,
pausada, lenta, certera.




f.







Abro los goznes de la luz










Abro los goznes de la luz
y es una camisa blanca sobre la noche.
 Escucho el viento, siempre el viento
arrojando sobre nosotros su voraz queja.
No voy a desarmar este instante,
conversa el mar con su palabra honda sobre los farallones,
se hunden en el horizonte las nubes blancas,
yo ando por este trozo de vida
como si solo quedarán unas horas
y todo tuviera que ser la última vez.




f.




No me urge esta canción de invierno










No me urge esta canción de invierno,
saberme tan solo una humedad y su sombra perenne
habitada como un árbol de hojas con nombres y palabras.
Si hecho de menos algo del pasado
es el tiempo de las lanzas y el juego del gato con el ovillo de lana.
Sé tanto de mí como de este abandono que a diario me hago,
no hay sueño que cierre mis párpados
ni mis lágrimas tamizan el suelo.
Casi silencioso respiro la hondura de esta daga,
soy de la umbría su mirada,
el quehacer laborioso de las abejas en el vértice del cielo,
la luminosa esperanza de una luna,
blanca y hervida entre los pliegues de la noche.
He apagado el último cigarrillo.
Es tarde para descansar
y en la radio suena una música que ayuda a olvidar.
Luego vendrá el amanecer y seré de nuevo un viajero:
la otra mirada que oculta el horizonte.




f.



domingo, 26 de marzo de 2017

Semana dedicada a Ainhoa González en Crepusculario
















Llegó la lumbre y todavía éramos la noche







Llegó la lumbre y todavía éramos la noche.
La oscuridad nos envolvía como a las sombras
que se alimentan de dunas y silencio.
Quisimos ser del mar y derrumbarnos en la húmeda arena
mientras las olas nos empapaban el cuerpo con sal y espuma.
Nada nos dejó este naufragio
salvo la herrumbre de las algas
y la percepción de la muerte
surgiendo impoluta al ver los astros que en el firmamento
navegaban callados entre los tules nocturnos.
No fuimos nada, una huella de simiente en los farellones,
un eco en los muelles vacíos
y la tibia caricia abandonada en el refugio de las barcas
las que con sus panzas al viento nos ocultaban,
presos irreverentes ante la quietud.
Solo existió un instante de luz
al contemplar la línea que emergía victoriosa en el mar.
Aprendí que donde nadie sabe más que tú de tu soledad
no hay flecha que pueda desangrarte,
aunque el cielo se pronuncie en gritos de gaviotas,
el horizonte te desnude de preguntas
y el viento tense en escalofrío la ebria desazón del amanecer.


f.




Hay demasiada luz en el deshacerse del invierno








Hay demasiada luz en el deshacerse del invierno.
Como todos los días me cuesta rehacerme,
cubrir los gestos
con el valor tibio de la permanencia.
Me preguntas por los pájaros,
yo te digo que en su silencio mueren las horas,
aunque quizás,
cada vez que tus labios me pronuncian,
sienta el vuelo de uno
con el color de tu boca en sus alas.
Es fría la pérdida, la ausencia,
su distancia de hiedra,
cada esquina
en que no sabemos encontrarnos,
este rebasarnos de preguntas,
como si la primavera
tuviera demasiado miedo
a subsistir entre nosotros.



f.




Contemplo el tiempo como el que mira la noche





Contemplo el tiempo como el que mira la noche.
Escucho caer de nuevo la lluvia sobre las calles empedradas.
Subo lentamente las cuestas y miro dentro,
en la penumbra de cada puerta entornada.
Las voces tienen demasiada voluntad de volver,
se arriman a mi, tientan mi espalda,
y en la oscuridad de sus ojos
nos veo tal y como éramos.



f.




sábado, 25 de marzo de 2017

He recogido de tu falda todas las miradas







Algún testigo te ama
mientras atraviesas torpemente
las telarañas de mi durmiente espíritu.

L. Cohen





He recogido de tu falda todas las miradas,
ese aroma reconocible de escarcha y caliente lascivia
cuando te sueño entre las calles de mi soledad.
Te aprisiono los pechos,
apenas dos palomas que palpitan solas
a punto de volar al azul del amanecer
y lamo de cada detalle de tus pezones
la umbría y la oscuridad.
Me hundo en tus ingles,
escucho el sonido inconfundible de tu voz
llamándome de lejos,
desde ese mundo habitado por un pueblo de hombres solitarios.
Al fin puedo dormir con mi cabeza en tu vientre
mientras navego encendiendo las viejas bujías
que siempre me llevan al muelle donde descansa tu silencio.




f.




Queda la noche







Queda la noche,
la labor derrotada de las manos...
una, dos, varias promesas rotas
junto al corazón callado,
sin más bagaje que un árbol desnudo,
abandonado, con el recuerdo de un pájaro oscuro.
Queda la lumbre en el fuego,
los dedos tiznados del otro,
y una distancia en los labios
de muelles vacíos y caballos al galope.
Rotas las líneas, con la voracidad
que da el silencio de un bebedor solitario,
todos los márgenes se diluyen en la lluvia,
son papel mojado, y sentimos,
siento caer los cuchillos,
uno a uno sobre mí,
clavándose como la verdadera realidad de las sentencias.




f.




Soy demasiadas veces la distancia







Soy demasiadas veces la distancia,
un recorrido que desde una mirada
se llena de brisa y de silencio.
No sé si esta arenisca que me forma va a durar tanto
como para percibir el peso especifico de unos besos ciegos,
la tibieza caliente de una caricia intensa,
el color real que tiene la sangre cuando se da por otro,
el valor, que el sudor compartido entre dos cuerpos,
deja en las manos, en la piel, en el recuerdo.
Soy demasiadas veces distancia y tiempo...



f.




Es difícil sostener el silencio







Es difícil sostener el silencio,
su vaivén en el tiempo,
la rotura de amarras,
la huida que pregona sin retorno.
Tan certero como una mirada ante la noche
gira como el viento sobre nosotros,
mientras su ejercito de sombras
busca saciar su hambre inagotable,
hacer de ti otra dulce victoria.



f.



jueves, 23 de marzo de 2017

No hay verdad escondida en medio del amanecer







No hay verdad escondida en medio del amanecer.
He escuchado al viento como ha hecho enmudecer al mirlo.
Los árboles se han dejado, pacientes, zarandear por su ira.
He visto el mar, la mala mar, sus playas desiertas,
sus olas infatigables rotas en crestas blancas.
He sentido frío como si me mordiera de nuevo la nieve,
o me llamara la inconsciencia de morir entre las sílabas.
¡ohhh! siempre estoy en este punto de deshacerme,
de dejarme arrastrar por el paisaje...
siendo tan mortal como un pájaro
he sido a estas horas sin huella
la mirada perdida,
el paso intrascendente de un hombre solitario.



f.



El silencio es un verbo sin sílabas







El silencio es un verbo sin sílabas
que anda de puntillas por el eco del corazón.
Un corazón que tiembla y se deshace en el acto de vivir.
Cruzan las líneas de la noche las luces en morse,
se apagan y se encienden conversando conmigo.
Contemplo todo lo que se oculta tras la palabra.
La sombra habla con voz de viento,
todavía unas lágrimas sostienen mi mundo.



f.




¿Por qué nos hemos dejado de reconocer?






¿Por qué nos hemos dejado de reconocer?
¿Después de qué batalla nos hemos dado por vencidos?
Demasiadas veces nuestras manos han estado caídas.
Demasiadas, el silencio rehacía el amanecer en nuestros cuerpos.
Solo nos quedaba la intensidad,
lo demás, carecía de importancia.
Después de todo, el amor,
no deja de ser un ejercicio de física y química.



f.




Y despierto y es viernes y marzo










Y despierto y es viernes y marzo
cuando los tambores traen ecos de primavera.
Se tensan las lumbres del amanecer
y suenan las gaviotas en el viento
cuando el cielo, desnudo,
se acopla al azul del mar.
Solo soy uno,
una sombra contemplando tu sueño
mientras duermes tan lejos de mí,
que en la distancia que te cubre
apenas soy un horizonte respirando tu mismo aire…
que frío trae esta lejanía
a la que ni mi cuerpo puede llegar para guarecerte.



f.




miércoles, 22 de marzo de 2017

Este tiempo de los dos tiene su orilla








Este tiempo de los dos tiene su orilla,
cierta nube anclada en tu mirada,
un paseo de viejos castaños,
la lumbre del horizonte
como una flecha abrigando el silencio.
Te has reconstruido en medio de la soledad
y eres parte invertebrada de mi corazón,
tanta sangre tuya hay en mi cuerpo
que mueves ya
los hilos que me acallan.
La ciudad sin ti solo es ya un nombre.



f.




Anúnciame al morderme






Anúnciame al morderme
como amargo sabor
que crece en tu boca.
Desde el ciego instinto
hasta el deleite puro,
voy a abrasar tu lengua de calor
y a desgastarme lentamente
entre el vaivén de tus dientes
y el húmedo placer de tu saliva.



f.




Renacer es otra manera de morir







Renacer es otra manera de morir,
aunque sea despacio,
como debería ser siempre la muerte,
una señora respetable
que te deje deshacer los viejos nudos
y quebrar, bajo el auspicio de las sombras,
un sin número de silencios,
ciertas verdades ocultas
que siguen detrás de las miradas
de quien al verte se emocionan.

PD. Hay días que no merece la pena vivir.


f.







lunes, 20 de marzo de 2017

No voy a deshacer los nudos que engendra el silencio








No voy a deshacer los nudos que engendra el silencio.
Ni tú ni yo somos un nosotros que no tema al miedo del mundo.
Me esfuerzo en ser valiente, un héroe de lo diminuto,
cuando miro en el espejo del amanecer
sucumbir a todo lo que preciso y amo.
Me miro y reconozco al hombre que contempla el fuego,
la aquiescencia de los cuerpos, la naturalidad de la muerte.
Tú y otros, habláis del amor y de su esfuerzo por mantenerse a flote
entre las sombras que llegan e imanan todo del sabor del hierro.
No creo en la grandeza de los símbolos,
no busco la luz que bordea el infinito...
hoy solo y enfrente de la noche
albergo en mi mano un pájaro oscuro,
canta lo sencillo, lo que sin reconocerlo, nos hace mortales...
quizás sea lo más honesto que he dicho en los últimos años.




f.




Que profunda emoción fue desembalarla









Que profunda emoción fue desembalarla,
y entre los dedos,
como si fuera música en el agua,
sentir el estremecido hálito del miedo.



f.






domingo, 19 de marzo de 2017

Semana dedicada a Rosa E. Martínez Manzanero en Crepusculario










Casida del anochecer








Ahora que me dejas la soledad como un regalo,
un regalo pequeño,
un disparo que tiene
el dolor de una bala,
la lumbre acuosa y sucia
que derrama el silencio,
la que mata desde dentro,
la que deja solo
la tibia presencia del recuerdo.
Ahora que tienes mis dedos cortados
al lado justo de tu almohada,
como si fueran, inertes,
a darte una última caricia...
puedes escribir con ellos un último verso
que tenga junto a tu aliento
unas pocas gotas de mi sangre.



f.




Cómo no empezar de nuevo desde la noche









Cómo no empezar de nuevo desde la noche,
abrazado a ti en mitad de las calles y los bares
o en el vaivén insaciable de tus caderas.
No he soñado despierto
cuando te he recorrido en el amanecer,
y tu cuerpo, sembrado por mis manos,
me ha vuelto a dar la lumbre y el canto.
Ni siquiera cuando has muerto tan despacio,
sublime en tu desgarro,
tu gemido en mi boca,
en mitad de esta selva de deseo,
entregada, como si nunca más
volviéramos a vernos.



f.



sábado, 18 de marzo de 2017

Mis pasos son del viento y surjo como la noche









Mis pasos son del viento y surjo como la noche,
portando la oscuridad en mitad del páramo.
Arrastro conmigo ciertas servidumbres, ciertos vicios comunes.
Hay costumbres que surgen de la audacia
y otras de la exactitud del tiempo.
No, no voy a quejarme de sentir la necesidad
de buscar respuestas para las cosas sencillas.
Somos todos tan dispares y a la vez tan parecidos…
Tenemos tanto miedo a que nos reconozcan y ser señalados
cuando lo único que nos desnuda puede ser una caricia,
una mirada amigable que compense la soledad
o ese silencio vivido entre dos con un instante de respiración.




f.








Esta noche han caído estrellas en la avenida








Esta noche han caído estrellas en la avenida. Agonizan ahogadas en los charcos de la lluvia nocturna. Se disuelven lentamente como si su lumbre milenaria no pudiera sobrevivir ante la luz del nuevo día.
No sé qué instinto alimenta su existencia prófuga, qué buscan en su errático desafío. Quisiera saber de su veneno de mercurio, del mineral ardiente en que se forman , ese flujo metálico que incandescente me asombra y me conmueve.



f.




Arqueo los instantes







Arqueo los instantes,
el lugar habitado por mis manos,
una urgencia de ti
que se hace tibia caricia
en la lentitud de recorrerte.




f.




Como sombra de la sombra regreso de la noche








Como sombra de la sombra regreso de la noche.
No hay susurros más bellos
que los que dejan mis pasos en el agua,
abierta senda, huella marcada como llama...
No puede mi boca pronunciar el eco del silencio,
una calima de lunas y sílabas perfectas,
solo música, un saxo tenor esquivando la luz.
Un día nuevo es un logaritmo de cifras incompletas,
la parte que se encima a mí y me deshace
trae viento y nubes vestidas de púrpura,
una letanía donde me pierdo
buscando el cobre, los hilos de azafrán
que han de traer de nuevo la lluvia.



f.




jueves, 16 de marzo de 2017

Ahondo con mis manos en el limo







Ahondo con mis manos en el limo.
Hay un mundo interior donde escribir sobre el silencio.
Un lugar donde ahogarnos y no esperar más,
solo dejarnos llevar por la oscura corriente,
mientras que nuestra memoria
se parece a la que poseen los peces:
la verdad es la pérdida que arrastra el olvido.







f.



No surge el dolor como una fuente donde dejar fluir la sangre








No surge el dolor como una fuente donde dejar fluir la sangre,
de ella solo tenemos entre cuatro y medio y seis litros,
un río denso y oscuro que recorre un mundo subterráneo.
Mejor fue tomar la solución del abandono,
eso sí lo hice despacio, lentamente,
como se van las nubes del invierno,
para poder hacer de ti una metáfora en medio del silencio.
Lo único verdadero que me dejó aquel año bisiesto.




f.




Quizás, cubiertos por la selva de una mirada







Quizás, cubiertos por la selva de una mirada,
por el andar hundidos en la lumbre
cuando el tiempo es distancia
y una palabra sujeta otras muchas.
Quizás, cuando dos cuerpos se hablan
sin escucharse ni una palabra, ni un gemido,
pero se sienten tan cerca que se tocan,
o hay para los dos un interludio,
que como el vaho del frío y del calor
deja la humedad del deseo incipiente,
prendido a las ropas intimas
y al silencio que se crea
entre la piel y la ausencia.




f.




miércoles, 15 de marzo de 2017

Me da distancia este silencio







Me da distancia este silencio nacido en el pulmón de la noche.
Suelo desnudar las preguntas jugando con su misterio.
Traigo unos dados marcados,
reconozco en el azar la sutileza de la fortuna
aunque yo también pueda sentir
que no han acabado los Idus de marzo.



f.







Reflexiones encadenadas..








Crece despacio el silencio.
No es la sombra de la sombra
si no la cautiva mirada de la noche.

Hay un ayer que presagia lluvia,
tu mano entró en la “Bocca della Veritá”
y desde entonces todo es diferente.

Me hundo, soy de raíces profundas.
Cada amanecer trae un pájaro nocturno
nombres del olvido en su pico ensangrentado.

Hurgo de nuevo en el devenir de tu deseo.
Tendida sobre la tarde te alargas
como si el fuego tuviera de tu cuerpo cierta nostalgia.

Bajo esta máscara camina un hombre.
Que sencilla es la vida
cuando la verdad no te compromete.



f.




Me despierto en mitad de la noche









Me despierto en mitad de la noche y mi consciencia me hace hablar con el silencio. Es certero el miedo, el andar ciego por un camino de sirga donde todo tiene el valor del desencuentro, el dolor de la ausencia, la verdad, que aunque inmutable, a la vez es hija del azar y de la fortuna...no puedo cerrar los ojos y solo escucho el viento azotando las ventanas...el invierno tiene su propio dolor, su holgura de soledad que envuelve como un luto y se hace dueño de tu corazón.


Pd. me niego a desangrarme... aunque mirando mis manos tenga desollados los nudillos...



f.





Tenía en su mirada esos días robados al azar del otoño







Tenía en su mirada esos días robados al azar del otoño,
un verano último de zarcillos crecidos en sus manos.
Era el regalo envuelto por el atardecer
cuando llegaba de improviso anhelando mi boca,
besándome y cerrando los ojos,
para ronronear como un gato satisfecho
al rozarse su cuerpo con el mío.
No había reposo, se entregaba ciega,
hasta que el alba
abría senderos de luz en nuestros ojos,
bebiendo, hasta la última gota,
el vino oscuro del deseo,
acoplada a mí
como si no existiera más razones para vivir.
Solo fueron esos días,
tan lentos, tan escasos,
perdidos en el calendario,
que cerraban el verano.



f.






Siempre acabo en la distancia








Siempre acabo en la distancia,
en la línea que marca el no retorno.
Sin puentes, sin muelles, sin andenes...
Me recojo en la música,
con su sonido me arrastra
por las estrechas carreteras de la costa.
Viajo prisionero de la lluvia,
como solo yo sé sentirme
en estos días plenos de efervescencia,
sujeto por las manos abiertas del silencio.
Fumo tranquilo, varado en un amplio remolino de viento
que murmura sílabas metálicas en las agujas de los pinos.
El mar es una hondonada gris azulada, oscura,
como todos los desiertos cuando anochece,
aunque este brama contra las rocas,
enfurecido por no saber respirar
su soledad en medio de la nada.
Sigo el orden previsto,
bebo la ginebra tibia,
contemplo el anochecer,
siento la vida latente esperando
como un animal que se complace en saberse triste.





f.









martes, 14 de marzo de 2017

No acabamos nunca de encontrarnos








No acabamos nunca de encontrarnos, ni siquiera de saber mirarnos frente a un espejo que nos guarde para siempre las cosas que tenemos tendidas en la oscuridad...no sé si merece la pena este estado febril de regularlo todo, el aprehender de la vida sedentaria ciertos gestos diarios, ciertas manías, las palabras que marcan los desayunos, las que ceden al silencio del mediodía, a la voracidad de la tarde y al morir sin pronunciarlas cuando nos acoge la noche.
Soy mortal por naturaleza, lo simple me tiene entre sus dedos y lo común de los mortales se expande en mí como caen las lágrimas del frío en medio del invierno.
No me ahogo por ello, ni mis muñecas tienen marcas de suicida...pero es cierto que a veces me aburro de mi mismo y callo, encerrado en mi cuerpo como un ermitaño, susurro para adentro una pequeña jaculatoria de milagros que ya no sucederán.



f.



Presagio en la costumbre el fulgor del ansia







Presagio en la costumbre el fulgor del ansia.
Me he inundado de esa fuente de luz,
me quemo siempre entregado al fuego,
al quehacer único de una respiración.
No hay pausa, solo silencio,
un buril que hurga en la noche
y deshace con la pertinaz lentitud de la lluvia,
gota a gota muerde el corazón
y revisa todo lo que me habita.
La umbría tarda siempre en saciarse,
como un perro hambriento
busca hasta en los últimos huesos
el tuétano que me sostiene.




f.



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