Habito, a veces,
una casa amplia,
llena de recodos...
son como palabras
que se enciman
al sur del pensamiento.
Son de estas veces,
ajenas a todo,
cuando la noche
duerme contigo
y te sorprendes
con su abrazo oscuro.
La casa se habita de mí
y se pronuncia en verbos,
sonidos sin tacha
que son luciérnagas
que alimentan mi insomnio.
f.
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