Me dejas siempre el sabor a aguardiente de tu boca,
los rastros de una noche escarlata,
el nítido sonido en el silencio de un salto de agua.
Escucho el rumor de tu cuerpo,
una marea golpeando las rocas,
siento la voracidad del instante
y permanezco envuelto por esa eternidad que es nuestra,
una gasa que recuerda todos los caminos recorridos juntos.
f.
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