Muere la luz pero también muere la sombra,
esa estrecha línea que nos separa del silencio.
Hurgamos en el aire para escuchar lo que no se oye,
la música que cantan los que no han nacido,
o aquellos que han muerto y todavía no lo saben.
No sirve mirar despacio las cosas,
hacer como si fuéramos parte del paisaje,
mientras la vida fluye
y nos contempla extrañada
al no poder entender su mensaje.
f.
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