La poesía es un arma que se dispara sola como el amor de un loco

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sábado, 30 de septiembre de 2017

Cuando de ti y de mí solo nos quede











Cuando de ti y de mí solo nos quede
el aire que dejamos prendido a la noche,
y miremos atrás,
como solo miran los que no se abandonan,
sabremos del ayer y su esperanza.
Escucharás de nuevo el canto de los pájaros,
el tintineo lejano de campanas,
y pensarás que de nuevo es domingo
y que hay abierta la ventana a una antigua primavera.




f.




Hurgar en lo perenne bajo el manto de la noche















Hurgar en lo perenne bajo el manto de la noche.
Derribarnos con el silbido del fuego,
callar y sentir como cae lo azul de la barbarie.
Levanto mi copa, bebo el vino oscuro,
un ritual de siembra y de silencio,
algo de este quehacer inunda mi cuerpo
mientras soy hijo del laberinto.
Hay ciertas melodías que crecen en mi corazón,
la soledad se hace raíz con su sombra de pétalos,
me relamo los labios con la miel de la tristeza
en su feudo de voces y de viento.
Vuelvo a mí...solo soy la marea que inunda las playas,
el que contempla y escucha lejanos rezos
en la oscuridad de las laúdes



f.




No me urge desarmar sus alas











No me urge desarmar sus alas,
dejar que se acerque con la lentitud que quiera.
Con su lento paso ha dejado un aroma a viento de otoño,
con ciertos tonos de vainilla y de canela.
Sus manos son frías,
tiemblan en el quehacer estremecido de un roce.
Ingrávida pero mortal,
todo ángel tiene algo de la niebla
en que sin saberlo camina el deseo,
y le pierde sentir piel con piel,
un órdago en el cuerpo a cuerpo que no olvida,
cuando al cerrar los ojos
siente en su boca arder una lengua ajena.




f.




viernes, 29 de septiembre de 2017

Previo a los caminos









Previo a los caminos sigo las sendas donde se pierde el mar.
Así he llegado al final, donde rompen las olas.
Al fondo de mí, muy adentro, hay lluvia
y resuena el silencio como un dolor de espadas.
Casi he perdido la cuenta de las horas
aunque el sol sea lo último que vea
antes de que todo sea oscuridad.




f.




Ahora y no después









Suenan tiempos, campanas.

J. Corredor-Matheos



Ahora y no después,
escucho el dolor del viento.
Pasa y rasga mi corazón herido.
Es el escalofrío que me tocaba sentir hoy,
su silbido me ha robado la respiración.
Sé que trae nubes del color del mar,
y arropa una tormenta que alimenta el Sur.
Me hiere con sus manos y cierro los ojos para llorarle en silencio.
No quiero ver el color de su ira,
tan solo quiero escuchar el sonido de su canción.


f.




Serán las grietas, las manos de la urdimbre que traerá el final...









Serán las grietas, las manos de la urdimbre que traerá el final...
cuando el tiempo derrumbe las tapias de adobe
y solo sea un rincón donde quedarán las malas hierbas,
la espera agazapada en su hueco de las arañas,
el viento y el murmullo doloroso del silencio.



f.



En el día y en la hora...






En el día y en la hora...

Transcurre la dura andanza de intervalos: respirando.
Agreste el tiempo, el viento que desarma las batallas,
un aroma de lluvia, un caer de hojas,
me atraviesa el otoño con su puñal de sombra
y yo camino en soledad como un funambulista lo hace en el abismo.


La hogaza abierta en lumbre me recuerda mi infancia,
las calles, el barro, lo cotidiano de morir como un crujido,
el quebranto dulce del amor de niño con semillas de viejas caricias
sigue recorriendo mi pecho dejando nubes blancas y grises.

No olvido que soy hijo de la quera, simiente de mala hierba,
ira contenida en verbos que se decantan como el vino tinto
en la boca de todas las serpientes...
esa también quiso robarme el pecho de mi madre...
todavía debe estar mirándome, contemplándome
desde su infierno de dunas y desiertos.

Ahora mis manos siguen húmedas,
no contienen nada más que la voracidad del tiempo,
surcos que delatan, marcas de dolor,
apretados puños, caricias que se vuelven hiedra en la urgencia
y que nunca han vuelto a rezar por un paraíso inexistente...




f.








jueves, 28 de septiembre de 2017

Poema para esta noche...










He dormido en ti, entregado.
Hay sudores amplios que nos saben.
La tibia sensación nos despierta en la hora cóncava,
la aurora brumosa deja el aroma del silencio.
Envueltos todavía en la magia
mis dedos guardan tus caminos,
tu boca el enredo de mi senda.




f.




Vengo del fuego y de la noche











Vengo del fuego y de la noche.
No tengo más que rosas y mi boca
para dejarte todas las palabras en silencio.



f.




Un crujido lento como de hojas secas









Un crujido lento como de hojas secas
queda entre las manos vacías.
No hay urgencia cuando toda la tarde se detiene
y la avenida es una llanura abierta y sin sendas.

¿Qué valor tienen las palabras,
la caída al suelo de la lluvia,
los charcos que devuelven el valor de las nubes...
Qué valor el uso de pronombres posesivos,
la línea azulada oculta por el miedo,
mis manos, de nuevo mis manos,
tiznadas de esa esencia que deja,
como un rumor de viento,
la noche y la luna roja?




f.




No he sumado los restos, los pequeños olvidos,










No he sumado los restos, los pequeños olvidos,
las cosas inertes que marcan los días,
las sombras que habitan en el corazón.
Un gesto sencillo de las manos conduce lejos,
se queda aferrado a la memoria
cuando han dibujado ochos en tu cuerpo
y han abierto cauces de lluvia que se mecen en ti
como los vientos alisios se derraman en la costa.
Voy detrás de un tren de la noche sin destino,
su luz me resguarda de la oscuridad,
respiro el verano, ese aliento a canela y café
que se vence del costado de mi sueño,
mientras en mi espalda
todavía siento tibios sus dedos...
han dejado las señales inequívocas del deseo.



f.




miércoles, 27 de septiembre de 2017

Ha parado de llover en Milán












Ha parado de llover en Milán.
Malpensa está silencioso, expectante,
lleno de charcos que reflejan la oscuridad de la noche.
No tengo conexión,
y es tan tarde que es posible que ella esté durmiendo.
Cómo se nota la lejanía y esa ausencia de “post-it” rosas
con que me inunda el espejo del baño.
Es sencillo diversificar las emociones,
saber que hemos dejado abierta la puerta de la casa
y que la compra, por ejemplo, no es sólo una labor tuya,
aunque resuene extraño en su cabeza
el cuarto y mitad de queso de gruyere suizo
y las cervezas Beck’s de lata.
Aprendemos lentamente y me mira
como si todas las madrugadas fuera uno nuevo,
un extraño abrigándole el deseo.




f.




Uno de los poemas que se quedo sin entrar en el poemario
"Todas las mentiras que te debo"




Las luces en la noche arden alrededor de nosotros











Las luces en la noche arden alrededor de nosotros,
la lluvia de septiembre
se ha dejado media vida entre mis manos.
Todo parece azul detrás de las palabras,
se agrieta el tiempo cuando me contestas
y miras adelante, fijamente,
parece que tienes
en la oscuridad de la carretera
un extraño confidente,
alguien anónimo a quien confiarle tus secretos.
El mar solo se escucha cuando golpea las rocas,
respira entablando su decálogo de obviedades
mientras la sombra de los pinos
apenas deja ver lejanos barcos,
que tiritando en la penumbra
son como nosotros,
pequeños mundos navegando en soledad.




f.




He erigido un mundo de silencio









He erigido un mundo de silencio.
Altos muros, abierta maleza al desengaño de los perdidos pasos.
Todo sobre mí, un cielo imperturbable en su acoso de nubes;
los pájaros con su volar de eternidad;
el abismo de reconocerme en las palabras dadas;
la urdimbre del tiempo deshaciéndome en arena...
He dejado junto a la oscuridad mi mirada contemplativa,
y a lo lejos, en la distancia de los verbos
- andar, hablar, tocar, sentir...- sigue la vida.




f.




Puedo desnudar las palabras como sin tapujos dos se quitan la ropa











Puedo desnudar las palabras como sin tapujos dos se quitan la ropa.
Dejar lo que pasa previo a lo que escribo,
el primer dolor que enciende un verso,
al que le sigue una larga maleza
donde las vértebras caminan a golpe de martillo.
Podemos decir: "todo pasó, fuiste ciertas partes del exilio,
ese lugar sin nombre donde mis besos sabían a tu boca"
y seguir escribiendo en medio de la noche,
la noche cercenada y oscura,
muerta por derribo y por insomnio,
cuando la pantera arremete en mi corazón
en su hora prevista de la carne...
Todo para escribir un solo renglón:
No hay mayor desgarro que la desolación.




f.




Voy perdiendo cada día un adjetivo












Voy perdiendo cada día un adjetivo,
parte del resto que me queda de los pronombres posesivos.
Se me caen de las manos las interjecciones
y no sé dónde he puesto algunos de mis verbos preferidos.

Diría que mi poesía se deshace,
que queda como hierba pisada por las huellas del día,
húmeda, sencilla, simple,
buscándose a si misma de nuevo
entre los viejos recodos que tiene la noche.



f.




martes, 26 de septiembre de 2017

Dulce quehacer el de las manos mías









Dulce quehacer el de las manos mías,
desde el frío al fuego
reconocen el color de la ausencia,
la labor de una caricia,
el despertar de un deseo…
y aunque ciegas,
caminan siempre tejiendo sendas
cuando la noche se hace de espigas y de barro.




f.





Es posible que ciertas noches de insomnio...











Es posible que ciertas noches de insomnio tenga rodeando mi cama oscuros hurones que demandan su astrolabio.

Es posible que la sed de la noche, el desmembrado signo de la vida que me oprime no sea más que la voz de un oráculo sin futuro.

Que mi boca calle y sea solo un vaivén de fiebre y sueños mientras los dioses, esos dioses vuestros, y sus espíritus juegan a derribar el mundo.


Respiro el vaho de lo imposible mientras escucho pasar cerca los últimos trenes de la noche, tan tristes y anónimos como los besos dados en la boca de la ausencia, tristes amores de neón, de música, de alcohol y con precios tasados de mercado.

No hay inviernos que pasen por mi, son todos ese lugar que se habita de sierpes y desiertos, los que dejan en la boca el sabor de las acacias, lo áspero, lo ruin, lo transitorio.

No me doy lastima, ni quiero que esta quera que me deshace tenga más trabajo nocturno, aunque siga derramándome en silencio...quizás sea la calidad de la sangre, lo espeso de cada pensamiento, la variedad del virus que me habita o este dolor en el costado que abierto a las antiguas ciudades de mi vida tiene nombres de islas y canciones tristes.




f.





Voy a desnudar el verso












Voy a desnudar el verso,
los verbos que se hacen de jirones de viento
y son en realidad caricias rotas,
silencios vertidos como el agua de lluvia,
en mis manos
labores de labranza en días aciagos,
cuando cae el otoño
y los pájaros ya partieron al Sur
donde la luz crece despacio
en lejanas estaciones de trenes nocturnos.




f.




Fotografía de Patricia Gil





He recogido entre mis cosas preciadas












He recogido entre mis cosas preciadas
las horas del amor y de la guerra,
esos días donde uno no deja de ser la serpiente
mientras afuera la avenida se tizna de otoño
y se ilumina de relámpagos y del silencio de la lluvia.




f.




El amor son todos los finales
















El amor son todos los finales,
las sendas del monte que se pierden en la niebla,
las dunas que mueve la tormenta,
los blancos acantilados de Dover,
las simas sin retorno,
el silencio perpetuo donde lloran los mares,
las islas donde te piensan,
los claros que se abren en medio de los bosques
para hacer fuego y ser el único ángaro
que quemará tu noche.



f.



Caía el agua azul con su aroma de olvido










Caía el agua azul con su aroma de olvido
mientras era parte del bosque,
la vereda sin nombre.
Manos abiertas,
húmedas de cielo y nubes veloces.
Lo salvaje eran los verbos de la tierra
cuando la dulzura desnuda de silencios
ardía en sus ojos, rojos, como sarmientos.
Traía demasiada hambre, demasiada esperanza.
Llegó la noche y creció despacio la luna,
y el perfil de la tarde
se empezó a perder en la umbría de su boca.
Lo opaco de la sarga la escondía del mundo,
bandera blanca tendida al viento cálido,
de su cuerpo tenso
solo se escuchaba guturales nombres de dioses
y las pequeñas frases que trae el vértigo.



f.




Deshacer es un verbo









Deshacer es un verbo que crece en los dedos del hacedor,
con ellos el alfarero construye una parte de ti,
la que suena en el dulce llegar de la brisa,
la ocarina que me diluye cuando me respiras.




f.




Las viejas estaciones tienen silencio










Las viejas estaciones tienen silencio
y un viento ocre que guarda el rumor de las vías.
Las huellas que siento
son siempre marcas de olvido.
En los sucios cristales pavonados
quedan, agarrados con un celo amarillo,
un horario que hace tiempo no se cumple.
Yo percibo sin esperarlo, de repente,
las últimas miradas de aquellos que se fueron
cuando no sabían que nunca iban a volver.




f.




lunes, 25 de septiembre de 2017

Hoy escribo desde el no escribir









Hoy escribo desde el no escribir, siento mis palabras inundarse y turbias ir desapareciendo ante mis ojos como si fueran arena de una playa de silencio, esas huellas que nos abandonan con las olas cuando sube la marea.
Así, no sé cómo he llegado aquí, me rodea cierta soledad y mis pasos se han perdido, la senda de vuelta solo la reconoceré con el viaje nocturno de los astros, esa carta de estelas silenciosas que marca el universo, o quizás vuelva a estar perdido una noche más de otoño.




f.







Que sencilla es la muerte












Que sencilla es la muerte
cuando abarca todo:
dos manos y un abrazo,
una mirada perdida,
un olvido pausado,
un silencio eterno.




f.



¿Cuánta inmensidad nos reserva el otoño?











¿Cuánta inmensidad nos reserva el otoño?
Esta lluvia sin rostro, anónima,
el quejido anhelante, el derrumbarse en otro,
el saber que caen sobre nosotros
las luces de los astros inundando la noche.


Muero así, sin más palabras que la estación vacía,
un muelle en medio de un desierto de sílabas y signos
donde cabe deshacer el Breviario de las Horas,
letanía de salmos y lágrimas,
y sentir sobre uno mismo
las huellas perennes que dejan
el paso de la serpiente.

No sabes decirme dónde estoy,
mientras ando despacio por tus islas,
dibujo los jeroglíficos que marcan tu contorno,
soy apenas lo que desconoces y temes
sin esperar nada más,
cuando la verdad,
no tiene otras sendas que tu cuerpo.



f.




domingo, 24 de septiembre de 2017

Puedo perder mi identidad y ser solo viento











Puedo perder mi identidad y ser solo viento,
el rumor del aire entre las drizas,
el dolor de la tierra,
los juncos partidos en el agua.


Dentro, me habita un pozo oscuro
donde sigue hablando la lluvia...
ahora los senderos tienen nombres
cuyo sonido es inteligible
y mis manos sostienen viejas armas de batallas perdidas.

Nadie encontrará mi nombre entre sus recuerdos,
aunque cuando cierren los ojos
y sientan batir el viento
sabrán que vivo en su memoria.




f.




Vendrá despacio el invierno










Vendrá despacio el invierno.
Detrás de la luz del alumbrado
se esconde su silueta.
Descalza andará por la hierba mojada
y tocará de nuevo su violín incendiado.
Nunca se para, ni atiende a las llamadas,
solo en la noche se puede saber de su ardiente música.




f.





Entonces no hay matices en su voz











Entonces no hay matices en su voz,
es un temblor que se yergue desde dentro
y cruje, y quema, y arde, se hace,
en medio de la oscura densidad de nuestros cuerpos,
luz diáfana que se disuelve sobre nosotros.
Luego su boca me devora
y muero varias veces condenado entre sus ingles.




f.





Arrastraba restos de silencios









Arrastraba restos de silencios.
Mi boca sabía a tabaco y ginebra.
Solo guardé de aquella noche
esquirlas de astros y sombras de planetas.
Nadie diría que fue un naufragio
el que trajo a mis brazos
su cuerpo exhausto.
Sin saber cómo acabamos desnudos
enlazados como dos serpientes.
Al amanecer,
mirándome a los ojos,
marcó con sus manos
en toda mi piel
las señales del cielo...
siempre había soñado que me amase un ángel.




f.




Derrumbarse











Derrumbarse,
caer despacio sobre uno mismo.

Hundirse en la maleza sin encontrar los pasos.

Ser la gavilla que une los dolorosos verbos,
la voz que en la oscuridad nombra lo innombrable
y se hace agua de lluvia,
cuando en medio del silencio
un hombre apenas vale nada,
solo el aire que respira.




f.




sábado, 23 de septiembre de 2017

Tizna de nuevo mi piel con tu sudor












Tizna de nuevo mi piel con tu sudor.
Moja mi cuerpo con la dulce esencia de tu miel.
Hay demasiadas noches de abandono,
de soledades prendidas al silencio,
y yo, desde esté desierto que es tu ausencia,
sueño con sentir entre mis brazos,
cabalgando, el pálpito de tu respiración.




f.




Me miro dentro










Me miro dentro, con miedo meto las manos en la ciénaga.
Duele, duele mucho cada vez que me arranco ciertas verdades
y perturbado me estremezco y grito con un hilo de voz.
Algún día cortaré todas las cuerdas,
desharé los nudos que me oprimen,
tal vez deje de escribir y sea solo,
a partir de entonces,
un ser contemplativo y silencioso.




f.




Voy a cerrar la fuente de la que mana el agua













Voy a cerrar la fuente de la que mana el agua
e incendiar el bosque de coníferas
donde se guarece mi silencio los días de calma.
Hay demasiadas voces que no escucho.
Mi ira se abastece de fuego,
sangre que se derrama entre mis dedos,
y su sed tiene en el viento nombres de muertos,
anónimos como son todos los muertos cuando duelen.
Sin sombra ni cobijo dejaré entrar a los bárbaros.

Tiznado de vacío,
tendré en mis pobres versos
hambre de vísceras,
haré un viaje sin soles ni planetas,
y con mi corazón en una mano
atravesaré los muros.




f.




Recorrer el silencio










Recorrer el silencio
es andar por la noche
con los pies descalzos.
Guiarnos a ciegas.
Las manos abiertas:
tanteando,
respirando,
desertando.




f.




La holgura de los dos










La holgura de los dos
era un sueño sin recuerdos.
Con los ojos cerrados
pusimos las caricias en el debe,
empezó la cuenta atrás de la deuda,
y el humo de los cigarrillos,
denso como sus labios rojos,
rodeándonos,
era nuestro salvoconducto
contra el mundo,
cuando la sombra
solo buscaba deshacernos en ella.




f.




Algo más despacio, sin prisa










Algo más despacio, sin prisa,
como todo lo que trae un dolor que se hace esquirla.
Un poco más adentro,
donde la carne solo es un regazo de sangre,
ese lugar cubierto con la quemadura de la nieve,
restos de la lumbre que deja una huella de ceniza
en un trayecto sin márgenes...
Soy ahora un campo a través,
lleno de signos en medio del invierno.




f.





viernes, 22 de septiembre de 2017

No recuerdo cuantos peldaños conducían a tu cuerpo










No recuerdo cuantos peldaños conducían a tu cuerpo.
Hay noches escritas del olvido,
en ellas dibujo tu nombre
y me parece saber que detrás de esas letras
todavía hay cierta muerte conmigo.



f.





jueves, 21 de septiembre de 2017

Si todo fuera tan fácil como besarnos nada sería imposible











Si todo fuera tan fácil como besarnos nada sería imposible,
pero no, todo tiene su zaguán y su mano izquierda abierta.
He recordado el aroma de las rosas,
las que en mi jardín abren un surco de color
o se descuelgan desde el precipicio de mis ojos miopes,
mientras vienen y van
los pájaros de la primavera cantando
en el quehacer de nubes blancas y silencio.
Así y todo viene el otoño, todos lo sabemos,
su reguero de inevitable complicidad y lluvia
me trae siempre de nuevo el vaho de mi boca,
con mis labios respirando el amanecer,
y es entonces, en soledad,
cuando el valor de lo quemado,
su ceniza, adquiere otro matiz,
uno muy cercano a las palabras que uso
y que tienen el sentido de la identidad,
la autentica mirada de uno a si mismo.




f.




Quebrarse ante lo impreciso, sin márgenes











Quebrarse ante lo impreciso, sin márgenes,
como un nuevo delta desbordado.
Abrir los senderos,
todos los que conducen a mí y en mí se pierden
cuando las palabras maldicen o dan fruto,
cuando el silencio tiene llaves de infinitas puertas que dan a tu corazón
o a eso que otros llaman islas de pájaros y fronda de lluvia y de tormentas.

He vivido encima de las nubes y debajo de las piedras,
voy a seguir haciéndolo porque ya no sé vivir de otra manera...
palabras y silencios,
como un veneno que al respirar inhalo,
y voy dejando, moribundo,
en las noches sin astros y sin luna
por los viejos caminos de tierra.



f.



Escribir sobre el abismo cuando tus pies apenas tocan tierra...











Escribir sobre el abismo cuando tus pies apenas tocan tierra...

Dejar de caminar,
sentarte sobre la niebla que guardan tus palabras
como un desconocido de ti mismo...

Eso me trae el otoño,
no solo el silencio de la lluvia,
hay un crujido interior,
apenas perceptible ante un espejo cuando te miras,
pero que crece como un aullido interminable
desde la oscuridad de uno mismo.




f.




21 de septiembre










Tenemos la leve eternidad de un iceberg

y todo lo que con el tiempo hemos logrado ser

se va diluyendo lentamente en el silencio.




f.



miércoles, 20 de septiembre de 2017

A veces, rotas mis manos en el esfuerzo de salvarme del mundo











A veces, rotas mis manos en el esfuerzo de salvarme del mundo, las palabras quedan prendidas al viento y solo salen embriagadas, dispersas, a falta de ritmo, lumbre y altura.
Esta línea roja que me traspasa y hiere con su luz me tiene prisionero, y con sus nudos hace y deshace de mí, dejándome atado a la branza de sus condenados, y me lanza sus dardos asesinos, crea el caos ante mis actos, se hace fuerte ante el cúmulo de sucesos con que cada día uno debe resistir los golpes.
No me quejo, apenas puedo decir nada que sea un reproche a la vida, aunque es verdad que mi egoísmo es de tal calibre que pediría tener el valor de los héroes o ser un simple semidiós, a los que su mortalidad solo dependiera de sus propios actos, no de la batalla siempre perdida contra el tiempo y la jodida eternidad.



f.




Arrastra el verano tras su paso cierta nostalgia











Arrastra el verano tras su paso cierta nostalgia.
La lluvia, en su silencio,
devuelve preguntas que nunca supimos contestar.
Y la humedad nos trae del recuerdo viejas carreteras,
mares de fondo y siluetas de playas, con nombres que nos habitan para siempre
y que han dejado en nuestro pecho sus gotas de mercurio.



f.



Fotografía de María Holguera




Guardado entre las manos soy lo inverso











Guardado entre las manos soy lo inverso,
el quehacer desnudo de una palabra vacía.
La oquedad trae demasiadas aristas cuando el sueño se acaba.
Hay un preludio de lluvia que me espera
y todo el otoño derramado en las hojas de los álamos.
No hay huellas, ni siquiera el silencio sopla sobre el viento.
He traído de lejos flores frescas,
mirad, oled, todavía respiran en mi pecho,
tienen el aroma del mar, la fuerza del océano,
las sílabas precisas de un verso
y la vigencia exclusiva que da cantar a la vida.



f.




Después vino la luz...sin esperarla










Después vino la luz...sin esperarla,
como llegan siempre las cosas
que han de dejarte marcado el corazón.

Escucho ensimismado la caída de la lluvia
como si fueran las notas de una romanza de otoño,
mientras todo lo que me habita descansa de mí,
y ya no sé si escribir sobre esta agua,
con mis dedos mojados en ella,
porque engloba con sus nubes el finito espacio en que vivo,
y dejar allí, sobre sus gotas,
con mi tinta indeleble, unos versos muertos.
o abrir un hilo de sangre
para diluirme en el ciego y oscuro transcurrir del amanecer.

No hay signos que delaten la urgencia,
solo la costumbre de vivir me alberga en medio de este silencio.
No hay deudas...todo lo que me aísla es mío,
por ello he pagado un alto precio.




f.




Quiero ver despacio el mundo










Quiero ver despacio el mundo,
la luz inquebrantable de las tardes de verano,
un renglón tras otro de signos
que son los que respiro.
A veces, nadie ve nada cuando mira,
y sin embargo, sientes un golpe de agua dentro,
que igual que se lleva junto a tu silencio algo de ti,
te deja parte de lo que ha de ser,
desde ese instante y para siempre tu recuerdo.




f.




martes, 19 de septiembre de 2017

En el atlas de un cuerpo no caben más islas










En el atlas de un cuerpo no caben más islas,
si acaso lo que deja el mar después de la noche,
una marea de huellas y silencio.
Detrás de mí o a mi lado,
no hay sueño que desgarre más
que el del dolor de la lumbre,
la tibia enseñanza de la ausencia,
el aroma de lo que ciertamente no se olvida.



f.




lunes, 18 de septiembre de 2017

El viento se descansa en medio del atardecer









El viento se descansa en medio del atardecer.
Nos deja la lluvia,
un acantilado al silencio
donde se envuelve el corazón.
Hace frío y tus manos caben en el nido de la mía.
Vemos el Támesis
disuelto en el rojo púrpura del otoño.
Nuestros pasos suenan en la humedad del crepúsculo,
tienen cierto desamparo y esa ternura que dará el recuerdo,
cuando solo recordemos del otro una parte del viaje.




f.




Voy a romper las normas de tu corazón










Voy a romper las normas de tu corazón,
voy a decirte al oído como resisten los planetas el silencio,
el titilar de los astros en el cielo,
la cavidad profunda y sus abismos
cuando el océano se insinúa entre las olas,
ciertas verdades del viento que deja su anhelo
entre las agujas de los pinos,
mis manos, mis labios, cuanto en mi cuerpo puede tocarte
y en su murmullo darte algo de calor, algo de vida.



f.





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