Hay un quehacer de manos anónimas que tejen el vértigo.
Traen la densidad de lo infinito,
la equidistancia entre dos líneas,
la lejanía como punto de encuentro.
Así y todo, el mar es un lugar que me cobija,
donde las islas sin coordenadas,
sin margenes, sin demora
guardan mi silencio
y tienden sin esperanza sus miradas a la luz.
f.
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