Un día trae lluvia y se empañan los cristales.
Afuera la humedad tiene su propia música
y escucho sonoras las pisadas del tiempo
mientras las nubes impacientes nombran viejas heridas.
Algo de lo que es irremediable tiene tu cuerpo para mí,
tatuajes que bordean el último enclave de la dicha,
las marcadas pulseras de tinta de tus brazos
y el invierno en la distancia de un albatros
entre tus ojos y mi mirada…
aunque es cierto
que sigo encontrando en tu espalda
todas las islas de mis sueños.
f.
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